martes, 23 de julio de 2013

Nunca me encuentro. Nunca termino de encontrarme.

¿Alguna vez terminamos encontrándonos realmente? Toma de ejemplo las películas, siempre terminan cuando se supone que el personaje principal se encuentra. ¿Pero es que nunca más en su vida, ya sea en un período de días, meses, años…. Nunca vuelve a plantearse si lo que "es" es realmente lo que es?
¿Cómo sabemos….en que punto nos damos cuenta de que lo que reflejamos en el espejo, lo que mostramos...es realmente lo que somos? ¿Nos damos cuenta en algún momento de nuestras vidas quien somos?
¿Para qué estamos...para qué vivimos? Es decir, podemos tener una cierta idea. Podemos saber para que no estamos, esa es la parte más fácil. Podemos tener una idea de adonde podríamos dirigirnos...Pero nunca estamos seguros. Podemos convencernos de que uno de esos caminos es el correcto, es lo que vamos y queremos ser...hacer. ¿Pero...lo es realmente? ¿Somos capaces de saberlo realmente?
Tanta gente dice. Me dice. Es un misterio. ¿Por qué no puedo pensar como esa gente sobre mí? ¿Quién es el equivocado? ¿Quién tiene razón?
¿Y si quizás soy un fracaso como escritora? ¿Cómo editora? ¿Cómo cantante? ¿Cómo ser humano?
De la que estoy más segura es sobre ser un mal ser humano. O al menos no soy uno muy convencional. No soy uno que actúa de la manera que suele esperarse…. Soy un cliché. Soy exactamente igual a todas esas personas que dicen ser diferentes. Soy distinta al común de la gente de una manera tan normal, tan común.
¿Soy realmente "capaz"?
¿Voy a tener una familia? ¿Voy a vivir un amor? ¿Voy a sentir alguna vez?
¿Qué pasa si no...pasa? ¿Qué pasa si muero sin haber experimentado "eso"… sea lo que sea que es? ¿Va a importar una vez que este muerta? ¿Importa ahora que estoy viva? ¿Estoy realmente viva?
Cuando cerré los ojos...hace unos instantes, pude imaginarme a otra especie animal...Suelo hacerlo. En este caso eran osos. Por alguna razón los humanicé, pero eso es algo que los humanos solemos hacer.

Parados en dos patas, tenían anteojos...se parecían a ese oso...ese oso blanco que tuve toda la vida. Me observaban, dentro de una jaula. Yo estaba dentro de la jaula, no ellos. Era fría, como si ellos no supieran que yo siento. Nunca pensaron ni se les ocurrió que podía sentir. Que el duro y frío piso de cemento podía deprimirme. Nunca pensaron que esa especie en particular entristecía  llegando al punto de su inevitable y provocada muerte. Nunca lo vieron, oscuros. Cuando estaba muerta, aún los veía. Experimentando con mi cuerpo, estudiando que había dentro. ¿Nunca se dieron cuenta que si no había vida nunca podrían estudiarlo realmente? Claro que sí. Ya me habían abierto, cuando vivía. Cuando sentía los cuchillos atravesando las capas de piel, internándose en mis venas y mis tejidos. Nunca les importó. 

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