martes, 26 de junio de 2018

On having a mental illness

Hace un poco más de cuatro años comencé el camino a lo que muchos llaman "recuperación". A mi me gusta pensar en este camino como un descubrimiento a mi misma.
Hace cuatro años me encontré en el lugar más oscuro que existe. Escribí mucho al respecto, siempre para mí, siempre con metaforas, nunca sincerandome con las palabras crudas. Porque la realidad es que hace un poco más de cuatro años comencé a tener pensamientos suicidas. Comencé a cortarme, lastimarme de multiples maneras. Comencé a autodestruirme.
Me encontré en un lugar tan oscuro, tan lleno de miedos y odio. Tan falto de amor propio, tan lleno de tristeza. Por mucho  tiempo busqué explicaciones, hasta que un día deje de pensar "por qué" y comencé a herirme. Algo me dejaba entumecida, la tristeza... no sabía en su momento que era. Pero todo se salía de mi control. Los cortes fueron la representación de muchas cosas, nunca pude explicarlo del todo.
Hubo unos días particularmente díficiles, todos los días lo eran, pero los últimos... los últimos fueron los peores. Estuve a punto... de terminarlo todo.
Esos pensamientos incesantes en mi cabeza también me recordaba a mi familia, a mi sobrina. Claramente no pensaba en mi, mi vida no tenía valor para mi. Pero la de la gente a mi alrededor sí, y pensar en lo que a ellos les hubiese provocado mi muerte me freno muchísimo. Había otra cosa que me daba terror. ¿Qué pasaba si salia mal? Si tenía que seguir viviendo después de eso, con el peso de que todos supieran lo que pasaba, lo que me pasaba. Tenía tanto miedo a seguir viviendo que ni siquiera me animaba a pararlo.
Por alguna razón, pedí ayuda. Por alguna razón me dije a mi misma que no podía con todo eso. Me di cuenta de alguna manera que sola no podía, que si seguía sola...solo podía terminar de una manera.
Me costó hablarlo y mis primeras sesiones en terapia mentí. Dije que lo que sentía era ansiedad social. Había leído sobre varias enfermedades, sobre lo que se sentían. Sabía bien que lo que a mi me pasaba era otra cosa. Sin embargo no estaba lista para decirlo. Un día, luego de una noche particularmente difícil, luego de cortarme, tomé valor. Le dije a mi psicóloga lo que me pasaba realmente, le dije que me lastimaba, que me cortaba, pellizcaba, rasguñaba. Que me odiaba tanto que quería terminar con mi vida. Su única respuesta fue que saliera a correr cuando tuviese ganas de lastimarme.
Dejé terapia. Y pensé como podía importar mi existencia si ni siquiera mi psicóloga me tomaba en serio. Continué con mi autodestrucción por un tiempo. Pero también seguí leyendo. Leí testimonios de gente con bipolaridad, gente con depresión, ansiedad. Leí sobre la ciclotimia.
Después de incluso otro episodio grave, quizás uno de los peores que tuve, le pedí a mi mamá ir a un psiquiatra. Ella claramente no sabía absolutamente nada de todo lo que me pasaba. Nadie lo sabía. Había aprendido a mentir muy bien. No me preguntó nada, me miró, asintió y me consiguió un turno.
Sufrí otras cosas aunque en menor foco. Fui anorexica-bulimica un tiempo, factores secundarios de mi depresión. Estuve medicada, primero solo para la depresión. Después de una mala experiencia con las medicaciones descubrí que también tenía ansiedad. Fui diagnosticada oficialmente ciclotimica.
Y así, hace un poco más de cuatro años comenzó un nuevo camino. Comencé a aceptarme un poquito más. Porque entender que lo que me pasaba era debido a una enfermedad lo hizo más fácil, porque al menos tenía un pregunta menos sobre mi misma, sobre por qué me pasaban todas estas cosas. Tenía una explicación, esas explicaciones que me paso la vida intentando encontrar. Era una enfermedad, y como toda enfermedad, no es culpa de uno.
Sacarme el peso de la culpa fue un gran paso. Costo pero aprendí a entenderlo.
Lo difícil respecto a las enfermedades mentales es que nadie las entiende, o nadie quiere entenderlas. Solo los que vivimos con ellas comprendemos. Intenté explicar a la gente más cercana a mi, exactamente lo que pasaba por mi cabeza. Pero la cuestión es que la enfermedad mental provoca justamente que la cabeza funcione distinto al promedio. Y es difícil para el promedio entender algo que no sabe procesar de otra manera. Pero también hay otro factor, es más fácil mirar hacía otro lado con temas difíciles de comprender.
Me costó, durante la terapia y fuera de ella. Medicada y no medicada. Me costó entender que tenía derecho a sentir. Esa fue la parte más difícil, hacerme entender a mi misma que no estaba mal sentir. Por tanto tiempo había vivido lejos de todo eso, lejos de demostrar sentimientos, encerrada bajo un blindado. Costó comprender que lo distinto no era lo que sentía, sino la manera de procesarlo.
Es difícil hablar de esto. Especialmente cuando me siento segura de poder hablarlo, cuando me encontré dentro de la norma. Porque no que me pase lo que me pasa no quiere decir que este loca, o que sea rara. Es simplemente una manera distinta de procesar las cosas. Pero no es suficiente estar segura yo, la gente no suele reaccionar bien. Suelen pensar exactamente todas esas cosas que yo pensaba de mi al principio. Esta tan... mal visto. Mejor dicho, están tan mal comprendidas por la sociedad, las enfermedades mentales, que nos aíslan. A nosotros, los que sentimos igual que todos, pero procesamos distinto.
No me avergüenzo de lo que viví. De lo que pasé y de lo que siempre va a ser una lucha en el día a día para mi. Porque fui lo suficientemente fuerte para sobrevivir a mi misma, mi peor enemiga. Y a veces, en los pocos momentos en los que no me avergüenzo de mi misma, me siento valiente. Porque tuve el valor para seguir caminando a pesar de que todo mi cuerpo, todo mi ser, me pedía que me rinda.
Nunca voy a alejarme del todo de mi depresión, de mi ansiedad. Son parte de mi. A veces les gusta hacer presencia para no dejarme olvidar. Pero en días como hoy, en días como hoy me siento orgullosa. Y es tan extraño para mi, sentirme orgullosa de mi misma. No suelo sentir cosas buenas por mi misma. Pero esto es importante, porque me siento orgullosa de no odiarme más, no a ese nivel. De no lastimarme. Me siento orgullosa de querer seguir viviendo.

"You know life's for the living, so live it, or you're better off dead"