Esta especie de mecanismo de defensa provoca que levante mi barrera donde no hay peligro.
Es fácil cuando estoy bien ignorar las experiencias pasadas. No es lo mismo cuando la vulnerabilidad me ataca.
Me encuentro analizando situaciones simples, creando imaginarios que realmente no creo posibles.
Sin embargo me hundo en estas escenas creadas por mi mente débil.
Genero miedos. Miedos donde no hay nada que temer.
A mis miedos siempre presentes sumo esos que más se trataban del otro, no de mi misma.
Mi mente nunca descansa.
Me encuentro por momentos midiendo los tiempos, pensando en la fragilidad de la situación. Intentando llevarla a donde ya no funciona.
A veces siento que ya es tarde para correr, incluso cuando no quiero hacerlo.
Es fácil cuando estoy en sus brazos, olvidar que estoy hecha de inseguridades y miedos. No es lo mismo en la intimidad de la soledad.
Me encuentro pensando que todo se termina, sobre todo conmigo, sobre todo con esto.
Sin embargo me hundo en sus besos y olvido mis principios.
Tengo miedos. Miedos donde todo puede ser un amenaza.
A mis inseguridades siempre presentes, sumo culpas ajenas que no me dejan respirar.
Mi mente nunca duerme.
