domingo, 7 de abril de 2013

El siniestro subconciente


Había muy pocas cosas de las que realmente podía estar seguro. Ella buscaba el amor. O quizás no lo buscaba, pero al menos lo esperaba, con ansias. Estaba seguro de que soñaba todas las noches sobre como luciría el amor de su vida, porque por mucho que le dijera que no creía en el amor, ni en el matrimonio, ni en las relaciones a largo plazo, estaba convencido de que no era así. 
Podría jurar por esa mujer, podría apostar todo su dinero a que esa mujer tenía un fuego interior esperando, esperando la oportunidad de ser liberado. Una mujer encerrada en su mismo cuerpo, eso era lo que ella era. Eso era lo que él podía ver, incluso aunque ella negará todo, incluso con sus convincentes actos de mentiras.
No le molestaba que mintiera, porque era parte de lo que ella era. De lo que no podía evitar ser. Y eso le encantaba, porque podía ver a través de eso que era mostrado al mundo. Le gustaba ser el único, o al menos una de las pocas personas, que podían darse cuenta de la verdad, que podía ver a través de ese muro, que para todos era de un acero inviolable, pero para él...para él solo era de cristal, transparente y frágil. Sabía que podía llegar a ella, claro que podía. Incluso ella sabía eso. Solo que ella no veía porqué lo haría voluntariamente. Ella sabía que podía enamorarse de él, y también sabía lo bien que podría fingir que nada le importaba, esconder todos sus sentimientos. Pero no sabía que tanto podía afectarle a él. No tenía la más mínima idea de que tenía la capacidad de enamorarlo...que de hecho, ya lo había logrado.
Pero él había decidido no rendirse, se lo había dicho, a ella, una vez. Pero ella no le creyó. Y él la dejo, seguir andando por ahí con su incredulidad  Ya lo vería, más tarde, cuando no tuviera más opción que ver lo que estaba enfrente de ella...de ver que al fin, un hombre se había enamorado de ella y no pensaba dejarla ir. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario