domingo, 16 de septiembre de 2012


Hasta ese momento siempre le había funcionado, eso de crear paredes que oculten lo que verdaderamente sentía. Lo que verdaderamente pasaba por su cabeza. La gente creía en lo que ella decía, la gente caía en esa trampa de hablar sin decir nada realmente.
Le funcionaba, hasta que esa persona llegó. No creía que existiera alguien capaz de escuchar lo que callaba. No creía que existiera una persona que no necesitara derrumbar esas paredes, podía ver a través de ellas.
Nunca se había sentido tan expuesta y eso la asustaba.
Esas paredes eran su protección. Era su manera de escapar de la vulnerabilidad, esa asquerosa vulnerabilidad.
Pero de nada le servían ya. No con él.  

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