martes, 2 de septiembre de 2014

El terror del cuerpo

Miles de sensaciones que se contradicen en un solo cuerpo. La batalla continúa, el más fuerte gana siempre y debilita a su general. Sentimientos revueltos, desenterrados del lugar dónde nadie los guardó. Y volvieron caprichosas las lagunas preparándose para la próxima maratón y ocupar el primer puesto como mancha de almohadón.
Desconcertados se encontraron los soldados de sonrisas mona lisas. Su lugar este ya no era y comenzaron a marchar. Tan seguros se encontraban de obtener el victorioso privilegio de los labios ocupar. Resegados se miraron y dejaron a los mares esos labios resecar. Solo en deseos quedaba por las noches compartir la cama con su divino celestial.
Descompuestos rugieron el rojo y los gemelos, que con tanto dolor luchaban para no quedarse atrás. Pues sin ellos no había lucha, ni batalla, ni una guerra que ganar. El de arriba con sus órdenes conflictivas no paraba de gritar, y los ecos confundían cuál la solución sería, si llorar o arriesgar. Él muy bien sabía que jefe de todo sería, y en su apática dinastía quiso a todos conquistar. Limpió recuerdos y sombras con su gran teoría de no sentir para sanar.

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