viernes, 19 de septiembre de 2014

Won't you stay with me, 'cause you're all I need

Mientras observaba el paisaje desde la polvorosa ventana, las canciones reproduciéndose en mis oídos traían recuerdos que me imposibilitaban perderme en el mundo de la ficción. Cerré el libro, resignada a seguir negando los pensamientos luchando por florecer. Momentos se mezclaron dejando un sabor agridulce en mi boca. Cerré los ojos un instante y nos pude ver en esos momentos tan insignificantemente importantes. Detalles que adoro de vos. La manera en que acaricias mi mano en vez de tomarla. Tus labios sonriendo en medio de un beso. Tus ojos derrumbando mis muros con solo una mirada. Tu habilidad para hacerme sonreír por nada, por todo. Por la sensación indescriptible que nunca sentí. Por la oportunidad que me brindas de experimentar que se siente estar enamorada. Por la seguridad que me das solo por estar ahí. Aquí.
Al mismo tiempo, pude verme caer. No es real, pero así es como se siente. Como en caída libre me pierdo en temores. Las hipotéticas verdades de ser una persona fácilmente reemplazable. En mi imaginaria película, puedo verte, decidiendo alejarte de mí. Puedo vernos, incapaces de afrontar un futuro lleno de incertidumbres. Puedo vernos llenos de dudas, abrí los ojos y me recordé que esa parte de la historia es real. Suspire, con mis pulmones suplicando por aire. Por fuerza.
Una vida llena de decisiones por tomar. Porque de eso se trata la vida. En mis mejores momentos me convenzo de que todo es posible. Todo lo que se quiere puede lograrse, solo hay que animarse a luchar. Solo hay que ser fuertes y seguir adelante, a pesar de las trabas que el universo imponga. Que nosotros impongamos. En los peores, me resigno porque se que algo con fecha de vencimiento sería tortuoso. Y aún así, la indecisión de que mal sería el mejor, el menos peor, esta presente. Constantemente presente. Y con el reloj sobre nuestras cabezas, contando los días para definir tantas cosas, todo parece irreal.
Apreté pausa. Juró lo intente. Al parecer el control remoto no funciona, y la vida continuo, mi mente siguió su rumbo y me encontré, nuevamente en el colectivo, pensando en todo lo que puede salir mal. En todo lo que puede salir bien. En lo bien que se siente estar a tu lado. Lo doloroso que sería no estarlo. Mi mente tiene el vicio de divagar, y puedo verte siguiendo tu vida, porque así es como debe ser. Abandoné los latidos por unos segundos frente a la visión. Mis pulmones otra vez rugiendo me recordaron que aún eso no pasaba. Que aún había posibilidades, ínfimas posibilidades de que quieras luchar tanto como yo lo deseo.
Reí ante la ironía. No sabía que era posible sentir tan rápido. Sentirme viva en tan poco tiempo.

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